miércoles, 16 de abril de 2014

Esos Monstruos...

Aquella noche, ella no se percató que estaba firmando su sentencia de muerte. Era un encuentro, como cualquier otro. Había aprendido hacía mucho a jugar este juego y pensaba que ya lo tenía ganado de antemano. A estas alturas, para ella el amor era un juego de niños. Ella era joven y confiada. Su mente estaba en calma. En perfecto orden y armonía. Ella era un templo impenetrable. El penetró en su mente como quien entra a una selva, con tan solo una mirada. Desde el primer segundo ella pudo sentir como algo diferente se introducía en su cuerpo y en su mente. Ella lo sintió corriendo como una fría gota de sangre cayendo desde su cabeza a sus pies. De repente los muros habían caído. El templo estaba abierto y casi siendo profanado. Con terror se dio cuenta que no había ya vuelta atrás. Este extraño había ingresado a su vida y traía consigo un terrible monstruo que se alimentaba de sus inseguridades y miedos. Ese ser infernal que había creado una guarida en su cerebro, se convertiría con el paso de los días en semidios. Ella estaría pendiente ahora de su aprobación. Empezaría a exigir ofrendas casi sin decirlo. Ella comenzaría a cumplirlas casi sin darse cuenta de que esto era un pozo sin salida. Mientras más profundo se iba, mas difícil iba a ser escapar.

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